Nuestra máxima «El límite es la imaginación» estos días tiene más vigencia que nunca. No sólo para adaptarnos a la nueva normalidad, sino también para hacerla nuestra y controlarla, en lugar de dejar que sea ella quien nos controle.
Nos estamos llenando de mascarillas, máscaras, protectores faciales, mamparas, guantes, botes de gel… elementos totalmente «asépticos» e impersonales. Pero en lugar de añadirlos como una obligación, hay que pensar cómo podemos convertirlos en un elemento más de la imagen de nuestra empresa. Igual que cuando elegimos una planta o un cuadro para decorar elegimos ese en particular y la ponemos en un sitio y no en otro, porque queremos transmitir algo. Igual que elegimos el modelo de sillas, de mesas, el color de las paredes… que todos estos nuevos elementos de protección no sean un parche dentro de una imagen perfectamente diseñada. Hay que integrarlos y personalizarlos.
En la foto adjunta vemos unos fans de Star Wars que han convertido la obligación de llevar máscaras en una oportunidad, y las han personalizado con los cascos de los personajes de la saga. Pero, ¿y si eres una peluquería y en medio de la máscara hay un bigote estilo Dalí? ¿Y si en una librería te atienden con la cara de Cervantes o Shakespeare? ¿Y si en la mampara junto a la caja registradora de la tienda le decimos algo al cliente, o como mínimo le damos las gracias por su compra y les pedimos que se cuiden?
Se puede hacer de todo. Se puede hacer cualquier cosa. Está en nuestra mano que esa mampara sea un plus para la empresa y para el cliente, o que simplemente nos la instalen «de fábrica» y maldecir la solución temporal.
Todo comunica. Todo es empresa.
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